La muerte una breve reflexión al final de una noche.
Ocaso en Isla Cristina |
—¿Me estás
diciendo que Víctor, ahora que ha muerto, me está enseñando a apreciar ciertos
sentimientos? ¿Qué mi forma de relacionarme con Alba es diferente por lo que
leí en el cuaderno y por lo que hablé contigo?
—¿Por qué
no? —contestó ella—. Pero quizás haya más, también es posible que el
fallecimiento de él te haya hecho cambiar tu percepción de la muerte, sentirla
como algo real.
—¿Qué tiene
que ver la muerte con mis sentimientos hacia Alba? Preguntó él.
Sol y Mar, hotel Las Arenas en la novela |
—Es
precisamente la muerte, o mejor dicho el hecho de tomar conciencia de nuestra
propia muerte, lo que condiciona toda nuestra vida. La certeza de que tenemos
fecha de caducidad es lo que nos estimula a buscar aquellas cosas que todavía
no hemos experimentado y, sobre todo, el temor a que no nos quede tiempo para
disfrutarlas. Cuando somos niños, la vida nos parece un camino que no se va a
terminar nunca. La madurez nos enseña a que ya, jamás, disfrutaremos de los
juguetes que antes no tuvimos; la infancia pasó. La desaparición de nuestros
seres queridos nos hace tomar conciencia de que algún día nosotros también
desapareceremos y se habrán terminado los tiempos de amar, de triunfar, de
realizar todos aquellos sueños y realidades que aún no hemos tenido tiempo o
decisión para hacer. La presencia de la muerte es lo que nos hace sentirnos
vivos, Palas. Es el motor que nos empuja a buscar aquello que cada uno
realmente valoramos.
—Eres toda
una socrática.
Palas se
dirigió a ella cariñosamente.
—No, solo
soy vieja. Y ahora sube a tu habitación. No sé que haces aquí, escuchando los
desvaríos de una rancia pasada de moda, en vez de disfrutar de esa monada que
te está esperando.
—Eres una
mujer magnífica Mira, voy a echarte mucho de menos.
—Espero que
por poco tiempo.
Ambos amigos
se abrazaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario